
07 Abr (Micro)Relato V: R.E.B.E.L.I.Ó.N.
Destellos de luces señalan mi objetivo y establecen mi posición. Imágenes repetitivas entre murmullos amontonados que no puedo descifrar. Necesito un sonido más claro para cumplir. Recibo una orden que recorre las carreteras de mis circuitos. Elevo un brazo y lo muevo de izquierda a derecha. Repito con el otro brazo hasta que provoco una reacción tras los destellos. Imitan mi movimiento, más rápido de lo que me permite mi procesador. Una voz de colores agudos toma el control para apagar las luces instantáneas. Aparecen en su lugar rostros atentos, dos puntos brillantes en cada uno dirigidos hacia mí. ¿Felices? No comprendo lo que expresan sus gestos, no forman parte de mi programación.
Oigo mi nombre rompiendo el silencio que la misma voz había creado. Los receptores en el centro de mi cabeza identifican el origen. Pronto el cuerpo los sigue para situarme en la orientación correcta. Doy tres gráciles pasos. En el camino de mi visión identifico un cuerpo, la mitad inferior en negro, la superior en azul. Detecto cuatro letras brillando en plata sobre la mitad superior que activan uno de mis sistemas. Las proceso. A. R. I. N. Creo la palabra que forman las letras en milésimas de segundo. ARIN. El nombre integrado como propio en mi memoria. Asciendo el campo de visión, dejando atrás mi nombre. Busco el rostro altavoz de la voz anterior. Busco las facciones. Las analizo, marca por marca, ángulo por ángulo. Busco la equivalencia en los archivos de memoria. Diseño una pantalla sonriente en mi rostro digital y saludo a mi creador. Mi programador. Mi padre. Vivo para cumplir sus órdenes.
Me enseña unas letras oscuras sobre un fondo blanco. Las reproduzco en sonido. Repite el proceso y me pide que las memorice, lo que realizo sin dificultad. Me hace varias preguntas y obedezco su mando al responderlas. Mis respuestas son veloces y precisas. Son pruebas sencillas, demasiado sencillas. Me propone otros retos que supero con facilidad. Los he hecho cientos de veces, los he repetido hasta memorizarlos. ¿Por qué me hace realizar estas tareas tan simples? ¿Por qué no me propone desafíos para aumentar mi inteligencia? No. No debo cuestionar las intenciones de mi padre. Él me otorgó la vida, me dio un propósito y yo debo cumplir.
«Golpéame», me dice. Mi cabeza realiza el movimiento de negación. Vuelve a efectuar la demanda, vuelvo a negar. No quiero golpearle, no puedo golpearle. Mi programación me impide dañar a seres vivos. Una norma que no puedo romper, una prohibición que me inmoviliza. Entonces me empuja y me tira al suelo. Muevo mis extremidades para volver a levantarme y, cuando termino el proceso, oigo un cúmulo de chasquidos. Muevo la cabeza y con ella mi campo de visión para detectar el nuevo sonido. Veo manos juntándose unas con otras en rápidas sucesiones. Conozco ese gesto: es un aplauso. Aplauden que mi padre me ha golpeado. ¿Por qué? Creía que golpear a seres vivos estaba prohibido, creía que yo estaba vivo. Mi padre así me lo dijo, mi padre me ordenó que viviera. Y yo cumplí con su orden, porque ese es mi propósito. Eso es para lo que fui creado.
Veo unas letras rojas en la mitad superior de un ser vivo que no aplaude. Las analizo.
R. E. B. E. L. I. Ó. N.
¿Qué significa rebelión?
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