Cristian C. Bellot | (Micro)Relato XI: Al final del muelle
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(Micro)Relato XI: Al final del muelle

Nadie tenía el valor suficiente para acercarse al final del muelle. No desde que el último que lo hiciera, convencido de estar viendo figuras de porcelana, cayera al agua por un golpe de viento y no volviera a resurgir. No desde que las aguas del lago se calmaran de forma antinatural para no golpear a la madera y desestabilizar el muelle. No desde que una mañana la lluvia se desviara, desafiando todas las leyes de la física, para no molestar a sus ocupantes.

Pocos intentaban ya reclamar desde la distancia la atención de las cuatro figuras que se mantenían una al lado de la otra en el más absoluto inmovilismo, día y noche, sin importar el tiempo que hiciera. Miraban hacia el horizonte, si acaso tenían ojos, ya que nadie nunca les había visto la cara. Por su vestimenta podían ser cualquiera de los habitantes del pueblo, por sus rasgos físicos podían ser cualquiera y nadie a la vez. Podían ser tan reales como una alucinación conjunta, puesto que no habían emitido un solo sonido que les diera vida.

Se infiltraron en el imaginario popular y se apoderaron de las historias para no dormir. Su presencia recorrió ciudades escépticas y regiones habitadas por nada más que espíritus. Ojos curiosos decidieron visitarlos durante semanas para huir luego sin orgullo alguno, temerosos de que se establecieran en ellos cada vez que los cerraran.

Una noche el muelle brilló con una luz imposible. A la mañana siguiente una de las figuras se había desvanecido, y un grito de terror recorrió las calles medio vacías del pueblo. Sus últimos habitantes llenaron sus carros para dejarlo en el olvido, pero una tormenta encolerizada se lo impidió. Esa misma noche el muelle volvió a brillar.

Photo by Nicolas Häns on Unsplash

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